DOODOA es un mundo distópico.
Las guerras de DOODOA acontecieron hace mucho tiempo y puede que todo esté ya escrito… o puede que no.
El relator abre la puerta que conduce a un Quadmetaverso distante en el tiempo y el espacio donde tú puedes interactuar y modificar los hechos que ya sucedieron.
No es posible conocer todos los detalles.
No puedes conocer aún la historia.
Solo puedes entrar y perderte por los mundos de DOODOA.
Hace algún tiempo volví a escribir
para que el odio no me arrebatase el alma.
Tuve que hacerlo.
Ahora la miro y suplico
para que el alma me robe por fin la razón.
-¿Qué tienes? – Preguntó lechuza.
Siempre sabia que decir. Cada palabra en el momento justo, como si fuera parte de mi propia alma.
-¿Qué tienes? – Repitió.
Frío.
Creía morir en su mirada cuando hacíamos el amor. A cada palabra, a cada susurro, a cada vez que respiraba agitadita arañando mi espalda… a cada vez que temblábamos de deseo, recorriéndonos… a cada vez que se deshacía entre mis labios y nos mirábamos temblando de pasión. Ocultos en la noche los dos. Sin importarnos nada porque solo nosotros podíamos entender.
-Amigo. De verdad llegué a pensar que conseguirías olvidarla. – dijo mirando desde lo más alto. Con sus ojos chiquitos, extraños, de lechuza.
-¿Olvidarla? ¿Cómo?
Lechuza miró displicente.
A veces actuaba así.
Quizás por todos los años juntos, quizás por tanto miedo acumulado o quizás por tantas y tantas noches hasta el amanecer junto al fuego contando historias, recordando cientos de viajes.
-¡Tengo tanto miedo de que vuelva a hacerte daño! – comentó sin mirar… cómo si hablara con otro, como si nadie escuchara… y revoloteó encaramándose a una rama más arriba.
-Sabes que no puedo olvidarla. Sabes que le pertenezco a ella por entero. Créeme que lo he intentado todo, pero no puedo dejar de sentir así. Ella nunca me hizo daño… fui yo en todo caso, amiga… créeme que fui yo.
Puedo hablar de ella durante horas.
Quizás más… durante días y meses y años.
Puedo empezar a decir mil cosas de ella… Contarte de cómo mira… de cómo hace así ¡chass! con los deditos y lo convierte todo con su magia…. Decirte lo extraño que fue sentir por ella la primera vez que la vi… como nos uníamos sin saber… el uno al otro al principio… puedo pasarme días diciendo de ella, tal vez porque llevo haciéndolo durante toda mi vida… aun antes de conocerla.
Sabes que es como digo… que incluso más de lo que digo… que aun antes de nacer ya contaba sus cositas… que era cuando de pronto llegaba una brisa que me recorría por dentro y me hacía estremecer… que es que era ella cuando de niño me quedaba como bobo mirando sin mirar… pensándola… imaginándola…
Sí.
Creo que sí.
Que aunque aún no había ni nacido… era ella.
Hemos hablado muchas veces ya de esto… – Siseó Lechuza girando la cabeza.- ¿Cuántas? Dime cuantas. Miles.
Llegará el día en el que tendrás que decirle la verdad. Siempre has ido ocultándoselo y ella tiene derecho a conocer. Lo sabes bien, amigo. Lo sabes muy bien…. Aun así me digas que no. Aun cuando te afanes en engañarte a ti mismo, tiene todo el derecho del mundo a saber quien es, y… y sabes bien que no puedes estar ocultándoselo eternamente.
Siempre fue la primera… y los dos sabemos bien que tú serás su último…
-… y entonces se apagó el universo… por un instante… fugaz… un silencio infinito en el que todo sucedió… un momento justo antes de perderla para siempre.
Después.
Abrió los ojos nuevamente y miró… entonces y… y ya no pudo verme más, aunque estaba frente a ella como tantas veces, ¿sabes?… dejo de verme… me convertí en una sombra, una más entre tantas que la rodeaban, desaparecí… tuve que hacerlo.
-¿Seguro que fue así?- dijo kaliB.
-¡Aja!
-Pero es que no te entiendo… me has contado la historia miles de veces… pero créeme que sigo sin entender… Dijiste que eras tú… y ella o él… o los dos. Que erais lo mismo, distintos e iguales. Eso no lo entiendo. Para nada. Y creo que no lo entenderé, así me lo expliques una y otra vez. Ni lo de la historia repetida, ni lo del buscarse siempre… ni… y mucho menos que ella ahora intuya pero no recuerde… No… ¿Cómo es que ahora de pronto…?
-Me tuve que marchar… tuve que desaparecer por ella… porque el universo se hubiera apagado para siempre… y entonces te aseguro que todo se habría perdido, amigo.
-¿Y por qué no te quedaste a su lado? Dices que no te veía… por eso… No sé si creerte… pero entonces… aunque no te hubiera visto… ni reconocido… eso dices… ¿Por qué no quedarse junto a ella entonces? Tal vez todo hubiera sido más fácil y no como ahora.
-Tuve que desaparecer del todo. No habría podido ser… tuve que alejarme… huir para que no me sintiera… lo habría hecho… a no mucho me hubiese sentido… sin ella saber, porque es muy difícil mantener el equilibrio. Al tiempo hubiera empezado la inquietud y el sentirse muy extraña, y de pronto le hubieran llegado las ganas de estar a mi lado y no hubiera entendido nada.
-No te creo. Si era incapaz de ver…. Aunque sintiera todo eso que dijiste… bien… ¿y?
-Y…
Yo no hubiera podido soportarlo. Tal vez sea eso… tal vez sea que no habría podido aguantarme las ganas de estrecharla contra mí… y tenerla otra vez…
Tal vez sea eso….
-No te entiendo… ¿Por qué no me vuelves a contar todo?